El hormigón es el material de construcción por excelencia. Está constituido por la mezcla de cal o cemento, arena, agua, y grava o piedra machacada.
Según varíe la proporción de los distintos componentes podemos encontrar los tipos más habituales: hormigón ligero, normal y hormigón pesado. Cuando se asocia a estructuras de acero se denomina hormigón armado.
En cada uno de los casos el material posee diferentes propiedades y múltiples aplicaciones.
Tipos de hormigón para suelos
Quienes nos dedicamos a la realización de pavimentos sabemos que cuanto más pequeña sea la grava en la mezcla más fino será el hormigón –también llamado concreto- en especial para suelos de hormigón pulido.
Conocemos bien las propiedades del concreto y podemos asegurar que es más práctico y accesible que la piedra natural, la cerámica, el ladrillo o las losetas. Nos permite trabajar tanto en interior como en exterior, y podemos utilizarlo en prácticamente todos los suelos. Es impermeable y antideslizante.
Tanto en terrazas, entradas, jardines o piscinas, como en zonas industriales o de gran afluencia peatonal, el uso del hormigon favorece las condiciones más adversas.
► Hormigón impreso. Resistente, económico y muy duradero, también es conocido como “pavimento impreso”. Es muy popular, por ejemplo, en las aceras de nuestras calles y por su enorme adaptabilidad y condiciones es ideal para complementar muchas estructuras. Lo tratamos y utilizamos con estampados, textura y colores.
► Hormigón pulido. En su creación aplicamos una capa de al menos ocho centímetros de espesor con juntas de dilatación para después poder nivelarlo aplicando minerales, áridos o colorantes que permiten obtener distintos efectos. Cuando se ha secado procedemos a pulirlo. Lo recomendamos tanto para zonas internas como externas.
► Concreto para losetas, baldosas y otros. Versátil, sencillo de aplicar y duradero solo requiere de una mezcla homogénea antes de su aplicación. Permite un acabado fino, texturizado en brillante o mate y es muy resistente.